El fútbol y los cromos de fútbol tienen una fecha de nacimiento prácticamente idéntica. Aunque sus inicios pueden remontarse mucho en el tiempo, de manera casi oficial se da el año de 1864 como el del inicio del fútbol, ya con unas reglas y formato similar al que rige en los partidos actuales. Con la imprenta ocurre parecido. Hay diversas teorías, pero se da por bueno que fue Gutemberg, quien en 1440 inventó la imprenta. Sin embargo no fue hasta 1837 cuando la cromolitografía revolucionó el trabajo de las imprentas, aumentando la precisión y reduciendo los costes de la producción, que hasta entonces era bastante artesanal. Este avance impulsó las publicaciones periódicas y alentó a utilizar la imprenta para otro tipo de usos. Los reclamos y la publicidad comercial aprovecharon la nueva tecnología para aumentar su presencia en la vida cotidiana.
Hay quien asegura que el coleccionismo es tan antiguo como el propio hombre, pero intentando no pecar por exceso, parece lógico darle una fecha de inicio un poco menos amplia. Al menos en lo que a lo que nos ocupa, los primeros pasos de lo que hoy llamamos cromos tienen un origen casi exclusivo en su aspecto publicitario, como forma de fidelizar a los consumidores a un producto y por tanto lo fecharíamos en los últimos años del siglo XIX.
Las marcas comerciales empezaron a incluir en sus artículos pequeñas estampas de diversa temáticas, en series que los compradores debían completar.
El fútbol comenzó a popularizarse en España a finales de la primera década del siglo XX. En 1909 se había constituido la F.E.F., que a partir de entonces empezó a tratar de imponer un poco de orden entre los clubes y en las competiciones, que hasta entonces no tenían un organizador totalmente ecuánime y ajeno a los participantes.
En apenas una década el fútbol pasó de ser algo exclusivo de una minoría, generalmente elitista, a convertirse en un deporte popular que cualquiera podía practicar sin apenas dificultad. Su sencillez y los escasos elementos necesarios para poder practicarlo lo hicieron posible. Sin embargo, la mayoría de los practicantes aún no conocían el juego y mucho menos sus reglas en profundidad y ahí encontraron los cromos su primera temática, aleccionar a los cada vez más numerosos aficionados, en las profundidades de su deporte, y pronto su espectáculo, preferido.
Tal era la cantidad de gente que cada día se sumaba al nuevo deporte que las marcas comerciales buscaron en él su difusión.
La década de los años 20 fue la de una auténtica eclosión en lo que a los cromos de fútbol se refiere. Rápidamente los cromos pasaron de intentar enseñar cómo sé debía jugar de la manera más correcta y ortodoxa a recoger a los jugadores más destacados, que pronto se convirtieron en ídolos de masas.
Decenas de colecciones sobre fútbol aparecieron durante los años 20. En la temporada 1928-29 comienza el Campeonato de Liga y la competición adquiere un carácter más permanente.
Es también en esta época en la que aparecen las primeras colecciones que empiezan a recoger plantillas completas de jugadores y álbumes en los que pegar los cromos. La primera colección que contaba con álbum en el que guardar los cromos fue la de la editorial Tiket de Barcelona, aunque en este caso solo recogía cromos de alineaciones de equipos y de jugadas. En este sentido se puede dar como pionero, el álbum editado en 1924 para Chocolates y Galletas La Fortuna y otras marcas comerciales, que contaba con 154 y hasta 14 equipos completos. También son de reseñar los álbumes editados por Caramelos La Aldeana de Bilbao, el primero en 1923. Se trataba de unos pequeños volúmenes desplegables, en los que se podían pegar hasta 192 cromos de jugadores. Inicialmente se trataban, generalmente, equipos vascos, incluso de categoría regional, pero conforme fue pasando el tiempo también empezaron a incluir cromos de otros clubes.
Ya comenzada la década de los años 30 aparecen los primeros álbumes de mayor formato. El álbum del Cupón Peninsular y el editado por Chocolates Rodríguez Serrano fueron los primeros.
No fueron, sin embargo, los años 30 unos tiempos de gran producción de colecciones de fútbol. Quizás la crisis económica debilitó la capacidad de empresas y particulares de auspiciar su edición. Nadie esperaba, en todo caso, que la delicada situación política en España derivara en un golpe militar y en una guerra civil. La edición de una colección de cromos en cajas de cerillas para la temporada 1936-37, que nunca se llegó a disputar dieron carpetazo a una etapa en la que el fútbol había pasado de ser un sport de una minoría, a convertirse en un deporte que arrastraba masas a los estadios.
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