La Guerra Civil detuvo los campeonatos oficiales de fútbol en España, que no volvieron a disputarse hasta el inicio de la temporada 1939-40, apenas mes y medio después de que se declarase oficialmente el final de la contienda. Con el país sumido aún en el caos, con centenares de miles de muertos, y gran número de desplazados, el comienzo de los campeonatos de fútbol pretendió ser un síntoma de vuelta a la normalidad y sirvió como medio de evasión de una realidad que era más bien triste y decadente. Tras tres años de inactividad y con las trágicas secuelas que trae todo conflicto bélico, los clubes de fútbol intentaron retomar su actividad. Las plantillas de jugadores conjugaban antiguos elementos con nuevas incorporaciones que pronto se convertirían en una nueva generación futbolística.
Siempre mediatizados por la escasez de medios y una realidad social de enormes penurias económicas, las colecciones de cromos pronto empezaron gradualmente a volver a estar presentes en el mercado, de nuevo como artículo promocional de artículos comerciales y a la vez también en un nuevo formato, en el que el cromo se convertía en un producto en sí mismo, que se vendía ensobrado.
En el primer aspecto hay que destacar una gran cantidad de colecciones, generalmente editadas en la zona levantina, auspiciadas por productos alimenticios, y en especial azafranes y otro tipo de condimentos.
Dentro de este tipo de cromos promocionales también se puede incluir los que salían en tebeos o revistas infantiles, y que se recortaban de los mismos para convertirlos en cromos. En tiempos de carestía no se desaprovechaba ni un centímetro de papel. Editoriales como Hispano-americana, Cisne o Valenciana acompañaban, generalmente sus portadas o contraportadas, con jugadores que se coleccionan en álbumes. En muchas de estas colecciones, los cromos no eran fotografías de los jugadores sino dibujos, más o menos realistas, realizados por los mismos dibujantes que ilustraban con sus caricaturas, las historietas de los comics.
Pero la gran novedad que trajo este nuevo tiempo fue la que convirtió al cromo en un artículo en sí mismo. Metidos en sobres de papel los cromos se empezaron a comprar en los kioscos infantiles. Pionera en este aspecto se puede mencionar a la editorial Bruguera, que en sus colecciones, supuestamente culturales, y que tocaban distintos temas, incluyó un buen número de cromos de futbolistas. Se puede decir que es ahora, en plena posguerra, cuando aparecen los sobres de cromos.
EDICIONES BRUGUERA
En 1910 Juan Bruguera funda la editorial “El Gato Negro”, inicialmente dedicada a la producción de libros de humor y revistas de historietas. Obtiene su mayor éxito al crear en 1921 el semanario “Pulgarcito” subtitulado como “Periódico infantil de cuentos, historietas, aventuras y entretenimientos”. Tras la Guerra Civil sus hijos deciden cambiar el nombre y transformarlo en Editorial Bruguera. En esa época Bruguera empieza a editar los primeros álbumes de cromos, que incluían en sus páginas las primeras series dedicadas a futbolistas.
En 1943 Bruguera se lanza decididamente a la edición de álbumes de cromos y el fútbol toma una importancia muy relevante. Desde entonces y hasta 1961, Bruguera no faltó a la cita cada temporada con su álbum con todos los equipos de la Liga, incluso a principio de los años cincuenta editó un par de álbumes con los jugadores de la Segunda División.
En la década de los cincuenta, además de las colecciones nodriza, Bruguera edita para un sinfín de marcas comerciales, cromos y álbumes basados en la colección de esa temporada. Azafranes, galletas, chocolates etc… obsequiaban con cromos prácticamente idénticos a la colección de la editorial en el interior de sus productos.
Además de Bruguera, aparece por primera vez la editorial bilbaína Fher, que lanzo sus primeras colecciones futbolísticas, pero que no las retomará con fuerza hasta el inicio de la década de los 60. También hay que mencionar a la editorial Ruiz Romero que comienza en 1949 a editar sus colecciones de cromos que aparecerán regularmente cada temporada hasta su desaparición a finales de los años 70.
A comienzos de los años 50 aparecen en Madrid varias editoriales, que a falta de una investigación más profunda, tienen un formato y diseño similar, que nos invitan a pensar en un mismo origen. Son nombres como: Arga (53-54 y 54-55), Gráficas Nilo (55-56), Gráficas Brasil (56-57), Imprenta Molina (57-58), Gráficas Excelsior (58-59), etc…
Aunque en esta época empezó a generalizarse la producción de colecciones que se vendían en sobres realizadas por las propias editoriales, las promovidas por marcas comerciales son tanto o más abundantes. El chocolate seguía siendo un artículo que encajaba muy bien con el tema de los cromos de fútbol, pero hay que resaltar la aparición de un buen número de colecciones editadas en las Islas Canarias, que aparecían dentro de las cajetillas de cigarrillos.
Los años 50 transcurrieron aún de manera oscura en la sociedad española, sumida en una dictadura férrea que controlaba todos los movimientos sociales. Sin embargo ya se empezaba a intuir una cierta apertura al exterior, que permitió la llegada, de manera gradual, de modernidades que se acentuarán en la próxima década.